Estimados miembros de Akasha Comunidad:

Juan Rulfo, autor mexicano, quien escribió ‘Pedro Páramo’ y ‘El llano en llamas’, tenía una forma única de describir lo cotidiano mientras nos acercaba a la fantasía.

Una de sus frases, que traigo en mente dado que estuve, recientemente, en Comala, tierra que inmortalizó en su obra, es la siguiente:

“El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver”.

Pensé en esa frase al leer, recién, este artículo, publicado en la revista Nature NPJ vaccines, por Li y colaboradores. El estudio se titula (traducido del inglés) “Evaluación del riesgo de oclusión vascular de la retina después de la vacunación contra COVID-19” (https://www.nature.com/articles/s41541-023-00661-7).

Para entender la relevancia del estudio, necesitamos primero dejar en claro que la oclusión vascular de la retina es la segunda causa más común de pérdida visual (la primera causa es retinopatía diabética). La oclusión vascular de la retina es un proceso que ocurre cuando un vaso sanguíneo sufre un bloqueo, debido a una compresión externa (podría ser por un tumor), un espasmo de las fibras que conforman a los vasos, o por una alteración de la pared interna de los vasos sanguíneos, ya sea de causa degenerativa o por inflamación (vasculitis), que puede a su vez llevar a la formación de coágulos. También puede ser debido a un bloqueo por un tromboembolismo, dónde el microcoágulo se hubiera formado en otros lugares del cuerpo. Sin importar el mecanismo, el resultado es el mismo: el flujo sanguíneo se reduce, lo que disminuye el oxígeno que logra llegar a la retina, llevando a muerte celular. Eso, a su vez, lleva a una pérdida en la agudeza visual y, en algunos casos, a ceguera en el ojo afectado. Pueden leer más en: https://icrcat.com/enfermedades-oculares/oclusiones-u-obstrucciones-las-venas-y-arterias-retina

El segundo punto que necesita quedar claro para comprender el estudio, es que la oclusión vascular de la retina se había observado en algunos pacientes diagnosticados como positivos a SARS-COV-2 (nota aclaratoria para perspicaces e iracundos: ¡No estoy avalando la técnica diagnóstica! Quien ha estado al tanto de lo que he publicado y presentado desde el 8 de diciembre de 2020, sabe que he explicado hasta el cansancio sobre los serios problemas que conlleva el uso de la PCR para diagnosticar una enfermedad de este tipo, así que por favor no se confundan. Lo que estoy haciendo es explicarles que se han publicado casos clínicos que muestran que en algunas personas que en la prueba fueron positivas a SARS-COV-2 y tenían síntomas que fueron considerados como enfermos de COVID, se dieron casos de oclusión vascular de la retina). No es complejo comprender la razón: al fin y al cabo, aquello que se denomina COVID es una enfermedad de manifestación principalmente pro-inflamatoria y tromboembólica, y por eso sus efectos pueden observarse, en personas susceptibles, en una variedad de órganos, incluyendo en los ojos. Y, si comprendemos la interacción que sucede entre el ARNm sintético y las células y órganos de quien las recibe, entonces no debiera haber duda sobre qué podría explicar una asociación entre inoculaciones y oclusión vascular de la retina.

Li y colaboradores reconocen en la introducción de su artículo que cada vez hay más reportes de oclusión vascular retinal en personas que fueron inoculadas con los productos de Pfizer y Moderna (tecnología basada en ARNm sintético) y de AstraZeneca (tecnología basada en vectores adenovirales, al igual que lo son Janssen, Cansino y Sputnik). De hecho, citan, para sustentar este argumento, 10 estudios científicos y casos clínicos revisados por pares. A pesar de esos estudios, los autores reconocen que, al ser estos casos clínicos, no es posible establecer causalidad (nota de KAW: me resulta curioso cómo no se pide el mismo rigor científico para establecer causalidad cuando se busca explicar cualquier síntoma como causado por la infección con SARS-COV-2, pero bueno, otro día abordamos más sobre las incongruencias del comportamiento de los médicos y científicos durante estos tres años dos meses).

Entonces, los autores quisieron investigar si las inoculaciones ‘anti-COVID’ se asocian a un mayor riesgo de desarrollar oclusión vascular de la retina, que el riesgo ‘normal’ que tienen las personas no inoculadas. Para esto, hicieron un estudio epidemiológico retrospectivo, de cohorte, en el que incluyeron a personas que fueron inoculadas con Pfizer, Moderna o AstraZeneca entre enero 2020 y diciembre 2022. También incluyeron una cohorte (grupo de personas) no inoculadas. Así, evaluaron el riesgo de desarrollar una oclusión de los vasos sanguíneos que irrigan a la retina en ambos grupos. Cabe aclarar que, en ambas cohortes, excluyeron a personas que tuvieran historia previa de haber tenido o tener oclusión vascular de la retina, o a personas que tomaban medicamentos que podrían promover la coagulación intravascular, antes del periodo del estudio.

No fue un estudio insignificante, ni basado en casos clínicos (de esos que a pesar de ser numerosos, muchos médicos, tanto influencers como desconocidos en las redes sociales, se empeñan en ignorar y subestimar). Para que tengan una idea de a qué me refiero, luego de evaluar a un universo muestreal de 95 millones de personas en la base de datos US Colaborative Network de los Estados Unidos, el grupo de los inoculados se conformó de 739,090 individuos, mientras que los no inoculados fueron exactamente los mismos, pareados por edad, religión, grupo ético, comorbilidades, etc.(vean la Figura 1 del estudio). ¿Lo ven? Nada trivial el estudio… Ni siquiera para los criterios sesgados de ciertos dentistas recalcitrantes, y ¡miren que eso ya es mucho decir!

Entonces, Li y colaboradores encontraron que la ocurrencia de oclusión vascular retinal incrementó significativamente luego de la primera y de la segunda dosis de los productos basados en ARNm sintético, durante los dos años del estudio. El riesgo fue igual entre ambas marcas de ARNm sintético (Pfizer y Moderna). Para el caso de la inoculación de AstraZeneca, no se encontró un mayor riesgo. Estos resultados los pueden ver en el Cuadro 3 del artículo.

El riesgo de desarrollar oclusión vascular de la retina en las personas inoculadas fue 2,19 veces superior al de la cohorte no inoculada al cabo de 2 años (Intervalo de confianza del 95%: 2.00–2.39; ver Figura 2), con un mayor riesgo a las 12 semanas.

Posteriormente, investigaron la incidencia quincenal de esta patología en ambas cohortes 12 semanas posteriores a la inoculación. Encontraron que el riesgo incrementa significativamente en los inoculados en esas 12 semanas a partir de las dos semanas de haber recibido la inoculación, con el riesgo sostenido durante todo el periodo.

Además, la incidencia acumulada de la oclusión vascular de la retina incrementó significativamente en los inoculados, pero no así en los no inoculados (Análisis Kaplan-Meier log-rank p < 0.001). Pueden ver esos resultados en las Figuras 3 y 4, en el Cuadro 2, y en la Figura Suplementaria 1 del artículo.

En palabras sencillas, lo que significan sus resultados es que las inoculaciones de ARNm sintético dan a quienes las reciben el doble de riesgo de que ocurra una obstrucción de los vasos sanguíneos que irrigan la retina que lo que se esperaría por otras causas. En otras palabras, cuando aquellos médicos en general, o aquellos oftalmólogos en particular, que siguen sin enterarse de los hechos más allá de lo que es la narrativa oficial o el discurso de su influencer de cabecera, le dicen a su paciente que el que de pronto ya no pueda ver bien sea por estrés o por mala suerte, sepan que están exhibiendo su ignorancia abiertamente. ¡Las inoculaciones son factor de riesgo para la oclusión vascular de la retina!

Me duele comprender que hay casos (¿cientos, miles?) de personas en cada país donde se repartieron estos productos peligrosos que presentaron disminución o pérdida de la agudeza visual sin tener ningún factor, a excepción de estas inoculaciones de ARNm sintético, que lo pueda explicar y que sigan pensando que fue simple mala suerte. No lo es. Este riesgo será igual con cualquier producto basado en esta tecnología de ARNm sintético rodeado de nanoparticulas. Sea para COVID, sea para influenza, sea para reemplazo de colágeno. ¡El mismo!

Regreso a Juan Rulfo: “El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver”. Perder la vista no es un juego, y, a veces, puede ser para siempre.

Espero que está información les sea de utilidad y les saludo,

Karina AW

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