Estimados miembros de Akasha Comunidad:
Espero que se encuentren muy bien.
No he podido compartir mucho estos días porque ha iniciado un nuevo semestre y estoy en la vorágine del inicio, cuadrando horarios y programando prácticas de laboratorio y de campo. ¡Ya se irá calmando un poco, espero!
Por lo pronto, quiero compartir esto con ustedes: un estudio que acaba de ser publicado en Nature Communications, escrito por Kuhn y colaboradores, titulado (traducido del inglés) “Observación directa por crio-ET de la deformidad de plaquetas inducida por la proteína spike de SARS-CoV-2” (https://www.nature.com/articles/s41467-023-36279-5). Los autores, basados en el hecho de que los pacientes con casos severos de COVID pueden llegar a tener coagulopatías (alteraciones en los mecanismos de coagulación, que pueden dar lugar a coágulos, lo que se conoce como trombos, y, si se desprenden y viajan hasta bloquear algún vaso sanguíneo, se conoce como tromboembolismos), buscaron estudiar el efecto de Spike en las plaquetas.
Antes de explicar el estudio, es necesario que a todos les quede claro lo que son las plaquetas, también llamadas trombocitos. Se trata de células que se originan en la médula ósea, y que por su origen podrían considerarse hermanas de los eritrocitos (glóbulos rojos de la sangre). Al igual que los eritrocitos, cuando están circulando en la sangre ya no tienen núcleo. Su función es ayudar a detener los sangrados que se dan, por trauma, infección o inflamación, al dañarse los vasos sanguíneos. En la membrana de estas células hay muchas proteínas diferentes, que juegan un papel importante en la cascada de la coagulación. Cuando se daña el endotelio (la pared interna de los vasos sanguíneos), se producen algunos elementos químicos que echan a andar dicha cascada, activando a las plaquetas, que se agregan, formando así un ‘tapón’ que detiene el sangrado. Pueden leer más sobre la biología de las plaquetas en: https://ciencia.unam.mx/leer/1215/las-plaquetas-unas-celulas-muy-peculiares, http://pa.bibdigital.ucc.edu.ar/2806 y https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-79732001000300002.
Los autores del estudio utilizaron tomografía crioelectrónica para poder observar los cambios ultraestructurales en las plaquetas que habían sido expuestas a la proteína Spike de SARS-CoV-2. Lo que encontraron Kuhn y colaboradores fue que esta proteína induce a que las plaquetas se deformen (cambiando su radio axial y disminuyendo su circularidad; Fig. 1A-1E), y las activa (vean la Fig. 1F del estudio), de forma irreversible en ocasiones. Además, el efecto dependía de la concentración: a mayor exposición a Spike, mayor la deformidad plaquetaria y la activación (Fig. 2). Esto significa que se forman muchos coágulos que son difíciles de deshacer por el cuerpo. Esta observación les llevó a plantear la hipótesis de que la proteína Spike se une a algunas de las proteínas (llamadas receptores de integrinas) en la superficie de las plaquetas. Al fin y al cabo, SARS-CoV-2 no interactúa solamente con la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2), sino con otras proteínas, incluyendo integrinas. De hecho, este virus es el único dentro del género betacoronavirus que contiene algo que se conoce como RGD, que se trata de tres aminoácidos: arginina, glicina y ácido aspártico (Arg-Gly-Asp), en la región que se une al receptor. Esto es inusual, y llevó a muchos a plantear desde el año 2020 que podría este virus interactuar con proteínas de la familia de las integrinas. Así que realizaron un experimento y vieron que sí, efectivamente, la proteína Spike tiene cierta afinidad a la integrina αvβ3. En la figura 6 del estudio se puede ver el modelo que proponen para explicar la interacción de Spike y las plaquetas.
Los autores concluyen que la activación plaquetaria que se observa en algunos pacientes con COVID con cuadros graves de coagulopatías se da por la interacción de Spike con esa integrina.
Ahora bien, Kuhn y colaboradores no mencionan nada – absolutamente nada – de lo que esto implica para las inoculaciones ‘anti-COVID’ que se basan, casi todas, en que la persona inoculada genere por sí sola la proteína Spike. Los entiendo; en estos tiempos, mencionar ese tipo de cosas es casi una invitación a que no te publiquen el artículo. Sin embargo, resulta irresponsable leer ese estudio y no unir los puntos. Ellos discuten que SARS-CoV-2 puede llegar a estar en la sangre de algunas personas infectadas. Es cierto, en algunos (pocos) casos, se da viremia (presencia de virus en sangre), pero es inusual. Normalmente este virus, así como la mayoría de los coronavirus, se queda en los epitelios, donde infecta a células susceptibles y desde donde es más fácil “salir” (en un estornudo, en las heces, en la orina) y tener la posibilidad de llegar a otro hospedero. Repito: normalmente no se da la diseminación de los viriones a la sangre, y la replicación de los viriones es de corta duración, siendo controlados completamente por las respuestas inmunes del hospedero.
Sin embargo, las inoculaciones basadas en ARNm sintético, o en vectores adenovirales, inducen la producción intrínseca de la proteína Spike del virus, durante bastante más tiempo del que dura la infección, y en cantidades que siguen siendo indeterminadas; y tampoco se sabe qué tanto de la proteína Spike que se produce en las células de los inyectados es soluble y viaja en sangre (porque, para variar, no se hicieron los estudios antes de autorizar dichos productos). Además, se sabe que tanto el ARNm sintético como los vectores adenovirales no “se quedan” en el sitio de inoculación, sino que en pocas horas pueden viajar hacia diferentes órganos y tejidos, incluyendo en cerebro, lo que implica cruzar la barrera hematoencefálica. Por lo tanto, la posibilidad de que la proteína Spike generada en los inoculados interactúe con las integrinas αvβ3 de las plaquetas no es descabellada; al contrario, podría explicar aún más de la patogénesis de los cuadros de coagulopatías que se han descrito (y publicado en numerosos y crecientes casos clínicos aquí compartidos) en personas inoculadas con estos productos ‘anti-COVID-19’.
Hace tiempo escribí un texto llamado “Spike: el súper villano molecular” (https://t.me/akashacomunidad/1034, https://t.me/akashacomunidad/1035, y https://t.me/akashacomunidad/1036). En este texto explicaba todas las formas en las que esta proteína interactúa con las células de la persona, y cómo es que causa los diversos daños. Ah, pues, habrá que añadir esta – la proactivación y deformación plaquetaria – a la lista. ¡Lástima que las farmacéuticas eligieron p-r-e-c-i-s-a-m-e-n-t-e esta proteína para armar estas chascunas, fiascunas o como quieran llamarles! (¿será que no conocían la literatura previa que ya mencionaba estos efectos de la proteína Spike del primer SARS-CoV?); lástima que los médicos-y-científicos-pagados-por-las-farmacéuticas y los tomadores de decisiones tengan tan poca ética que no les importaran las consecuencias; lástima que los médicos-no-pagados-por-las-farmacéuticas pero alelados, lingotes o montaraces recomendaran productos (y se las aplicaron gustosos ellos mismos) que pueden ocasionar, por donde se les vea, tantos potenciales problemas serios de salud.
Espero que esta información les sea de utilidad y les saludo, Karina AW
P.D. Conciso texto en forma de dos partes de un silogismo para que los miembros atareados, agobiados, fatigados o, admitámoslo, que también los hay, lecturoperezosos completen el tercero:
1) La proteína Spike promueve la formación de coágulos, y 2) Las inoculaciones de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Jannsen, Sputnik y Cansino nos llevan a que produzcamos proteína Spike; Ergo, 3) ….