Estimados miembros de Akasha Comunidad:
Una de las actitudes más importantes que debe de tener quien aspira a ayudar en la generación de conocimiento científico (que, a la larga, trata de comprender ‘la realidad’ y describir lo más certeramente posible ‘la verdad’) es el reconocer cuando la evidencia no se ajusta a lo que considerábamos que era la mejor explicación de un suceso dado. Esto es porque el conocimiento cambia, como cambia lo que podemos medir, ver, escuchar conforme cambia la tecnología disponible. Hasta que Anton Van Leeuwenhoek, comerciante con alma incansablemente curiosa, talló cristales, no era visible el mundo de los microorganismos. A partir de ese momento, la tecnología inventada permitió ver más allá de lo que el ojo humano puede ver. ¡Ha sido una belleza ver ese mundo! Bacterias, arqueas, organismos unicelulares con espículas, con flagelos. ‘Ositos’ de agua (tardígrados, que sí son animales, pero no son osos) que habitan entre el musgo y los líquenes, rotíferos, foraminíferos, amibas, ciliados… Se amplió así nuestra comprensión del mundo. Por eso, queda corto (muy corto) el adoptar la frase de “hasta no ver, no creer”; porque así, de forma literal y sin apoyo de cierta tecnología, no podríamos creer en muchas cosas, incluyendo las más de 20,000 especies descritas de bacterias (solo una fracción de las que se estima existen en el mundo). Lejos de ser apabullante, a mí me llena de unas ganas implacables de seguir descubriendo y aprendiendo, y, sobre todo, de seguir cuestionando.
Los que han leído los muchos (¡muchísimos!) mensajes aquí compartidos, saben que he intentado presentar aquellos estudios que tienen un respaldo sólido (que fueron bien elaborados), reconocer cuando no se sabe algo, y evitar las especulaciones. Si nos basamos en lo que indican las farmacéuticas que contienen sus productos, tenemos una lista pequeña de elementos constitutivos: para Pfizer y Moderna, enlistan el ARN completo que contiene las instrucciones para hacer la proteína Spike, nano lípidos diversos (por ejemplo, según Pfizer-BioNTech, su producto contiene ((4-hidroxi butilo)azanedil)bis(hexano-6,1-dil)bis
(2-hexildecanoato), 2 [(polietileno glicol)-2000]-N, N-ditetradecilacetamida 1,2-Distearoil-snglicero-3- fosfocolina, y colesterol), glucosa, sales y algunos otros elementos químicos. No mencionan, por ejemplo, que contengan grafeno. ¿Esto quiere decir que no lo contienen? ¡No! Por un lado, porque el grafeno podría ser parte de lo que conforma a sus nano lípidos y podrían no haberlo mencionado al ser una sustancia ‘propietaria’ (en otras palabras, se reservan el derecho de decirnos todo lo que contiene, como la Coca-Cola). Por otro lado, los registros de patentes de (otras marcas de) inoculaciones ‘anti-COVID’ indican que contienen esas láminas de carbono que son el grafeno (https://patents.google.com/patent/CN112220919A/en).
Por eso he dicho antes, como hice cuando compartí el informe del Dr. Campra, que hay suficiente evidencia para considerar que, al menos los viales analizados por él, contienen grafeno (https://t.me/akashacomunidad/718, https://t.me/akashacomunidad/719, https://t.me/akashacomunidad/720). Sin embargo, lo que aún no sabemos es la cantidad que contienen, lo cual es indispensable si queremos saber si los efectos adversos se deben a la presencia de este material (https://t.me/akashacomunidad/444), que por otro lado, se sabe que puede causar diversos problemas de salud (https://t.me/akashacomunidad/231).
El asunto es que esos ingredientes no debieran ocasionar irritación ocular, y mucho menos a la cantidad que podemos suponer que tienen. Los mismos autores presentan un cuadro en el que indican que no se han reportado irritaciones oculares en los experimentos realizados con conejos en el pasado con estas sustancias. Hacen incluso el cálculo de lo que esperarían que se pudiera aerosolizar dado el volumen del espacio en el que ocurrió el incidente (287.61 m3) y el volumen de la vacuna (0.5 mL): estimaron que si en promedio las gotas que se evaporaron tuvieran un diámetro de 3 µm, entonces los cuartos de vacunación habrían recibido (6.45 × 10^7 gotas aerosolizadas/por metro cúbico), y que no tienen conocimiento de que haya evidencia previa de que esta concentración (que es pequeñita) pudiera ser dañina. Bueno, pues ahora ya está la evidencia, pero es poco plausible pensar que se trató de alguno de esos elementos indicados como los componentes. Me parece que es válido preguntarnos, y plantear, que hay algo no listado ahí dentro. Y si esto puede ocasionar el contacto con partículas aerosolizadas en cantidades ínfimas, ¿qué podrá hacer al recibir la dosis por vía intramuscular? Supongo que la respuesta ya la tenemos, y lamentablemente, la tienen muchos que fueron inoculados.
¿Podría ser grafeno? No lo sé. En la literatura científica sí hay publicaciones que hablan sobre la toxicidad ocular del grafeno, cosa relevante, ¡dado que ahora hasta hay propuestas de desarrollo de lentes de contacto con grafeno! https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34952149, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34530331, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27385068, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29888639, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29803558. El asunto es que 1) no sabemos qué cantidad de grafeno (es decir, la concentración en esa dosis) estaría presente, y 2) no sabemos cuánto se podría volatilizar y generar gotitas en aerosol. Queda, entonces, abierta esa incógnita: Algo – que no sabemos lo que es – estaba presente en ese vial, y ocasionó una irritación ocular seria en el 75% de los expuestos, desde la tercera hora de la exposición.
Como dije, no tuvo mucha mención este reporte de caso, y no he visto que haya sido citado por ningún otro artículo. Me parece tremendo que se haya publicado el 2 de diciembre del 2021 y se haya seguido utilizando ese producto sin investigación alguna (principio precautorio, ¿lo recuerdan?) de forma que se haya aplicado en el 35% de los vacunados de Tailandia (al menos, de acuerdo a Wikipedia, que no es que sea muy confiable, pero la fuente oficial está en Tailandés; https://en.wikipedia.org/wiki/COVID-19_vaccination_in_Thailand). Tal vez ese vial, precisamente ese vial, estaba contaminado y los demás son más prístinos que la nieve, pero ¿y si no?, ¿y si contienen algo dañino que no enlistaron, o ¿y si el proceso de manufactura es tan ‘mal hecho’, que se están contaminando los lotes? ¡Cincuenta y seis países autorizaron su uso en sus habitantes! Esas agencias autorizadoras, definitivamente, no hicieron su trabajo (o, tal vez, debamos preguntar, para quién trabajan, y a lo mejor, entonces, nos quede claro que sí que hicieron su trabajo).
Les saludo,
Karina AW