Estimados miembros de Akasha Comunidad:
Si tuviera 1 euro por cada vez que he leído una noticia que me ha llevado a pensar ‘esto seguro que hace que comience a caer la mentira’, tendría mucho dinero acumulado en estos tres años. Todo tipo de noticias: desde publicaciones científicas que muestran (una y otra y otra vez) la evidencia de lo que muchos dijimos sobre las inyecciones previo a la autorización de estos productos y sobre las pruebas diagnósticas y la patogénesis de lo que denominan ‘COVID’, hasta filtrados de documentos sensibles, evidencias de colusión entre farmacéuticas, médicos y agencias reguladoras. Hemos oído de los juicios ‘Nuremberg 2.0’ y de demandas de países hacia farmacéuticas (aunque en la mayoría de los casos sin que se conozca el desenlace o el estado de estas demandas), hemos leído los reportes de Pfizer que pidió la justicia Federal de los Estados Unidos – mostrando la magnitud del engaño y el impacto en la salud de la gente debido a sus productos… pero no, no cae el telón, no se desmorona el gigante de piedra que nos han construido los poderes fácticos.
¡Este sube y baja de esperanza desesperanza es para cansar a cualquiera! Aún así (optimista irredenta), comparto con ustedes esta noticia desde Alemania: El ministro de salud alemán, Karl Lauterbach, dio una entrevista el día 12 de marzo (2023) al programa de televisión estatal, ZDF Heute Journal, para hablar sobre daños de las inyecciones ‘anti-COVID’. Fue confrontado y forzado a desmentir sus aseveraciones hechas en 2021, en las que decía que estos productos eran “libres de eventos-adversos”; reconoció que cada persona afectada es un caso que no debiera ocurrir, y hasta dijo que el número de casos de personas afectadas es “consternante”. También dijo que el “síndrome post-vacunación” es parecido al COVID largo, y mostrando una habilidad de lavarse las manos que ya hubiera envidiado Ignaz Semmelweis; aclaró que él no era responsable de las negociaciones de los contratos que dan completa inmunidad (e impunidad) a las farmacéuticas. Se animó a decir que las ganancias que han tenido las farmacéuticas con las inyecciones ‘anti-COVID’ son “exorbitantes” y dijo que estas empresas debieran financiar un instituto que ayudara a los que han sido afectados por sus productos.
¿Patadas de ahogado? Tal vez, pero ya quisiera ver a los oficiales de salud de mi país y de otros países admitiendo un 10% de lo que él ha dicho. Pueden ver la noticia completa (en inglés) en https://www.eugyppius.com/p/karl-lauterbach-in-substantial-reversal.
Me pregunto, ¿cuántas noticias más tipo ‘b-o-m-b-a-z-o’ necesitan escuchar los incrédulos, los que se han negado a ver lo que ocurre a su alrededor? ¿Qué se necesita para que realmente caiga esta mentira, esta puesta en escena que tanto ha afectado las vidas de los humanos? Creo que tengo la respuesta: que les importe lo que está ocurriendo; que dejen la pereza, el hartazgo, el miedo a un lado, y se den permiso de ver – de verdaderamente ver – lo que está pasando y que tiene muchos más frentes que ‘solamente’ la pandemia o las inyecciones ‘anti-COVID’.
Comprendo que si alguien piensa que esto solo ‘va de COVID‘, crea que quienes hacemos esto estamos medio pirados, obsesionados, o que necesitamos terapia ocupacional; pero el asunto es que aquellas personas no parecen comprender lo siguiente, que puntualizo en aras de la pedagogía:
1) Los mismos problemas de la PCR como ‘la‘ técnica diagnóstica de enfermedades infecciosas estarán presentes en cualquier nuevo problema infeccioso que nos quieran vender, léase viruela del mono, influenza, Marburg, ébola, chikungunya, adenovirus 40 o lo que se les ocurra. La PCR es buenísima cuando se hace de forma adecuada (no se ha hecho así en el caso de COVID), pero no sirve para diagnosticar enfermedad, a menos de que se haya hecho una validación biológica (que no se hizo para COVID ni se ha hecho para prácticamente ninguna enfermedad asociada a un patógeno). He explicado las razones en escritos previos y en seminarios, así como en el taller de PCR que di hace medio año y en el congreso de Guadalajara. Este punto es crucial: si la mayoría de las personas vuelve a tragarse ese atole, y corren por su prueba como si no hubiera mañana, tendremos una y otra y otra vez ‘casos’ acumulativos de lo que sea.
2) La tecnología del ARNm sintético modificado no va a dejar de ser usada ‘ahora que termine la pandemia’. ¿Por qué? Porque es muchísimo más barata y rápida de producir que cualquier otra tecnología con la que se elaboraban vacunas antes de la pandemia. Las vacunas atenuadas e inactivadas requieren cultivar a los virus, y para eso se requieren células vivas que sean susceptibles de ser transfectadas (que entre el virus en ellas) o animales que sean susceptibles de ser infectados. ¡Carísimo! Las vacunas subunitarias requieren un organismo (bacteria, levadura, células de insecto) para generar la proteína y un bioreactor para producirlas de forma masiva. ¡No tan caro que las otras dos, pero sigue siendo caro. Incluso las inyecciones basadas en vectores virales requieren de cultivar al virus vector (como el adenovirus), y para eso se requieren células o animales susceptibles. Así que ‘se entiende’ que las farmacéuticas estén viendo esa tecnología como su gallina de los huevos de oro. ¡Caramba, hasta se está proponiendo el uso de esa tecnología para asuntos estéticos, como reemplazo del ‘botox’ para evitar las arrugas!
Si no exige la población a sus autoridades que esta tecnología no se utilice, si los científicos no abren los ojos a la evidencia que se acumula sobre el daño que pueden ocasionar en quienes la reciben, si los médicos no se educan para aprender a leer (y entender) publicaciones científicas sobre el tema y dejan de simplemente recibir y ejecutar órdenes de sus jefes, sus asociaciones médicas y de (al menos en algunos) quienes les pagan extra por repetir como merolico lo que las farmacéuticas desean, entonces estaremos en un peor – mucho peor – lugar del que estamos en este momento.
3) Es clave que comprendamos al sistema inmune, en general, pero en particular, al nuestro. Que modifiquemos nuestro estilo de vida para permitir que haga el trabajo que lleva haciendo desde que inició la necesidad de tener un sistema inmune, hace mucho mucho tiempo. El sistema inmune no nos confiere invulnerabilidad… no somos inmortales, y la senescencia – el envejecimiento de las células de nuestro organismo – ocurre, afectando su eficiencia, pero podemos tener un estilo de vida que ayuda a que tengamos la forma de responder ante los ‘insultos’ ambientales. Si tenemos esta aproximación, dejará de importar (o al menos, dejará de aterrar) escuchar de la OMS, la CDC, de los médicos agoreros o de dentistas farmacofinanciados que viene el cocoMarburg, el cocoInfluenza, el cocoSéptimaOlaDeCovid o lo que quieran.
Les mando saludos, Karina AW
Publicación original: https://t.me/akashacomunidad/2534