Estimados miembros de Akasha Comunidad:
Arthur C. Clarke, autor del libro “Odisea 2001” (vuelto guion de una de las pocas películas que toma en cuenta que una explosión en el espacio no se escucharía), tenía la siguiente opinión de los expertos: “Por cada experto, hay un experto igual y opuesto”. No es el único personaje que se pitorreaba de los expertos: Nicholas M. Butler, filósofo y profesor estadounidense, planteaba que un experto es “alguien que sabe más y más sobre menos y menos hasta que sabe absolutamente todo sobre nada”, y esa visión era la misma que tenía Conrad Lorenz, etólogo, sobre los expertos. Shunyuru Suzuki, monje Zen, escribió que “en la mente de un principiante hay muchas posibilidades; en la mente del experto hay pocas”. Tal vez sea por eso por lo que nunca he querido ser considerada experta. De hecho, me cae bastante mal cuando alguien me presenta así, porque no lo soy. Ser experto implica creer que uno sabe todo, y eso es justamente el inicio de dejar de aprender. Dedicarse a la ciencia significa que queremos seguir aprendiendo, así que no, nunca podría ser experta de algo.
En las últimas semanas, ha quedado en evidencia hasta qué grado estos expertos fueron voceros de desinformación. La mayor parte de lo que dijeron fue equivocado. ¡Qué lindo sería que tuvieran el valor de aceptar ese error! Pero no, porque parte de ser experto significa tener un ego de tamaño inversamente proporcional al tamaño de su humildad. Así que en vez de aceptar su error y aprender, solo dicen “yo nunca dije eso”, aunque exista la evidencia en vídeo, en sus redes o en medios escritos de comunicación. Me da un poco de risa que el New York Post (https://nypost.com/2023/02/27/10-myths-told-by-covid-experts-now-debunked) intente disculpar esos errores diciendo que no se equivocaron los expertos en sus recomendaciones porque al fin y al cabo era lo que se sabía en ese momento, y que eso es entendible porque “te agarras de los datos que tienes”. Pero, no; de hecho no. Para muchas de las recomendaciones de los expertos, no había evidencia alguna que sustentara lo que decían, y para otras de sus recomendaciones, la evidencia de años y años de estudios mostraba que estaban olímpicamente equivocados. Al menos el New York Post señala que el gran error de los expertos fue rehusarse a cambiar sus directivas “cuando la evidencia cambió”. Esa mirada sí que la comparto, pero, como dije antes, era casi genéticamente imposible para los expertos hacerlo, porque implicaría que tuvieran algo que no tienen: decencia. Eso hizo que cuando eran publicados estudios que no apoyaban lo que ellos habían dicho, los minimizaban, ridiculizaban, censuraban (por ejemplo, impidiendo que fueran compartidos en fakebook, Instabrahm, o twatter) o hasta lograban que fuera rescindidos por las revistas que los había publicado luego de un proceso de revisión por pares. Y, en paralelo, algunos expertos publicaban estudios – muchos de ellos metodológicamente inválidos – en sus propias revistas que no son revisadas por pares, como es el caso de la revista MMWR (Morbidity and Mortality Weekly Report, que pertenece a la mismísima CDC), para seguir promocionando esa visión errónea. Más allá de la indignación que genera darse cuenta de estas tomaduras de pelo, la peor consecuencia de las acciones de los expertos es que afectaron la salud y la vida de mucha gente, a veces irremediablemente, y que ese impacto ha dañado la confianza en la Salud Pública y en los médicos, por parte de muchas personas. Bueno, tal vez eso último no sea algo malo, si consideramos que mucho de lo que se hace en Salud Pública desde hace décadas es aquello que las farmacéuticas indican, pero, lo menciono porque supongo que a esos mismos expertos tendría que preocuparles esa particular consecuencia de sus propias acciones aunque las consecuencias más inmediatas en la salud e integridad de la gente les parezca valer diez kilos de pepino, ¿no creen? Algunas de las cosas que los expertos aseveraron, sin evidencia científica o en contra de la evidencia científica, durante los pasados tres años fueron (en este mensaje solo hablaré del primer punto): 1) “La inmunidad natural no protege o no protege igual de bien que la inmunidad generada por la vacunación”. Expliqué por qué esto era una falacia en seminarios, charlas, y en mensajes escritos en este canal muchas veces (ver: https://t.me/akashacomunidad/886, https://t.me/akashacomunidad/1105, https://t.me/akashacomunidad/1839, https://t.me/akashacomunidad/1840, https://t.me/akashacomunidad/1841, https://t.me/akashacomunidad/1842, https://t.me/akashacomunidad/1843, https://t.me/akashacomunidad/1844, https://t.me/akashacomunidad/1845): la inmunidad es el resultado de muchos y diversos efectores celulares y moleculares, que han evolucionado en los organismos celulares desde hace millones y millones de años. Específicamente, la inmunidad adaptativa (esa que nos permite reconocer antígenos – es decir, fragmentitos de aquello que no tiene nada que hacer en nuestro cuerpo – y generar memoria en contra de esos mismos antígenos si nos los encontramos en el futuro) ha estado presente desde hace aproximadamente 450 millones de años, desde que aparecen los vertebrados gnatostomados (los que tenemos mandíbula inferior). ¡450 millones de años! Y no es solamente un planteamiento teórico. Desde el año 430 antes de Cristo, durante las epidemias de viruela en Grecia, se sabía – se documentó – que quienes ya se habían enfermado ya no sucumbían a una nueva ronda de la enfermedad. ¿Qué motivos tendrían los expertos para pensar que de pronto surge un patógeno contra el que no podemos tener respuestas efectivas y contundentes? ¡Por favor, seamos serios! Además, más allá de esto que les digo que es inmunología pre-pre-prebásica, los datos, la evidencia experimental y la evidencia epidemiológica indicaban justamente esto. Pero, conforme se fueron acercando las autorizaciones por emergencia de las inoculaciones anti-COVID, resultó que los expertos decidieron que lo mejor era indicar que la inmunidad natural había desaparecido, que era un mito, que hablar de “inmunidad natural” es algo que confunde o deliberadamente engaña, como dijeron los farma-amaestrados de la prensa (https://www.washingtonpost.com/outlook/2021/09/29/natural-immunity-public-health/). O, incluso los científicos expertos se atrevieron a publicar cosas como “la inmunidad natural es mejor, pero ponte la vacuna de todos modos” (https://www.science.org/content/article/having-sars-cov-2-once-confers-much-greater-immunity-vaccine-vaccination-remains-vital) en respuesta (¿control de daños?) a un estudio que reportó (a mediados de 2021 como preprint y publicado el año pasado) que era 13 veces más efectiva la respuesta inmune natural a la infección que la respuesta inmune inducida por estas inoculaciones (https://academic.oup.com/cid/article/75/1/e545/6563799). Hasta acuñaron la estólida frase de “inmunidad híbrida”, frase que no tiene pies ni cabeza, aunque se los publicaron en una de las mejores revistas científicas (ver: https://t.me/akashacomunidad/889, https://t.me/akashacomunidad/1331, https://t.me/akashacomunidad/1332, https://t.me/akashacomunidad/1333, https://t.me/akashacomunidad/1334, https://t.me/akashacomunidad/1397, https://t.me/akashacomunidad/2376, https://t.me/akashacomunidad/2377). Hace unas semanas, un estudio de Lancet (financiado ni más ni menos que por la Fundación Gates) hizo un metaanálisis de 65 estudios (elegidos de entre 160 estudios ya publicados) realizados en 19 países en torno a evaluar la efectividad de la “inmunidad natural” y compararla con la que se genera con las inoculaciones. Las conclusiones del estudio: la inmunidad generada por la infección con SARS-CoV-2 es protectora y duradera (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(22)02465-5/fulltext), por – al menos (ya que no estudiaron más allá de este tiempo) – 50 semanas (antes de que algunos salten y digan “ajajá, está avalando Karina que debemos vacunarnos cada año, aclaro que no es así, de ninguna manera: esto no significa que uno pierda protección después de este tiempo; si los expertos revisan sus libros de inmunología sobre la importancia de los centros germinales linfoides y la memoria inmune, y recuerdan que la inmunidad que generamos en una infección no es solamente contra una proteína como Spike sino contra muchos antígenos de proteínas que no se ‘pueden dar el lujo’ de acumular mutaciones, comprenderían que la duración de la inmunidad podría ser para toda la vida. Es inmunología básica, señores y señoras expertos). Ahora bien, que bueno que sacaron este estudio (¿qué tramará Guillermo Rejas al permitir que este estudio salga a la luz?) pero, independientemente de este estudio o los 160 previos, cualquier médico practicante debió de notar esto en sus pacientes “con COVID” antes de la autorización de estos productos: los que se habían infectado y tenían signos clínicos, no volvían a enfermar. En la siguiente parte de este mensaje (aun no escrito) seguiré exponiendo las falsedades y embustes de los expertos pandémicos que, como la gravedad, no pueden ser ignorados. En realidad, ellos se exhiben solos, y lo saben. Como animales que se sienten acorralados, es cuando pueden intentar morder, pero la verdad sigue saliendo. Pobres. Han de estar bastante estresados. Les saludo, Karina AW Publicación original: https://t.me/akashacomunidad/2505
Levi Strauss, empresario y fundador de la primera empresa que fabricó pantalones de mezclilla, fue un poco menos brutal en su apreciación de los expertos, y consideraba que “un experto conoce todas las respuestas, pero tienes que saber hacer las preguntas correctas”. Será que eso es lo que pasó con los expertos de estos tres años: ¿no se les hicieron las preguntas correctas? ¿O, será que ellos no han querido hacerse esas preguntas, porque les resultan incómodas? Bueno, me parece que la primera opción no es, porque algunos sí que hemos hecho las preguntas correctas, y hemos pedido dialogar con dichos expertos. Ha de ser malísimo mi servicio de correo, porque nunca han respondido a esas invitaciones donde podría hacerles las preguntas correctas para que finalmente nos den las respuestas correctas.
Como los expertos no reconocían la inmunidad natural, muchísimas personas en diferentes países fueron despedidos y discriminados por no inocularse cuando ya tenían protección inmune. Es un abuso y es indignante. Sería importante que los abogados entiendan esto y ayuden a que los afectados puedan ser compensados.