Realidad virtual de la UAQ “vacuna contra la soledad”, que NO es una vacuna!

Estimados miembros de Akasha Comunidad:

Hace unos momentos, un miembro de nuestra comunidad preguntó si era cierto que la Universidad Autónoma de Querétaro había ‘creado una vacuna contra la soledad’. Cómo ocurre con los premios IgNobel, primero me dió risa cuando me pasó el mensaje el Equipo de Trabajo, y luego me dejó pensando lo suficiente para cuestionarme e investigar al respecto. El mensaje fue borrado después, pero fue suficiente para echar a andar a mis ardillas mentales.

Resulta que, luego de buscar, encontré que mi universidad sí ha anunciado un producto al cuál le ha llamado así: “vacuna contra la soledad” (https://www.elnuevodia.com/estilos-de-vida/bienestar/notas/crean-una-vacuna-contra-la-soledad/). Es desafortunado que le hayan llamado de esa forma, porque las palabras importan, aunque supongo que lo harán como estrategia de mercadotecnia. Pero, no ¡No es una vacuna! Es una aplicación de realidad virtual ‘real e hiperreal’. En palabras de quién escribió la noticia, es una “tecnología de realidad inmersiva [que] atiende los efectos de aislamiento que dejó la pandemia y otros problemas de salud mental”.

Les doy mi palabra que a veces me parece que estamos todos atrapados en un sueño recalcitrante del cuál no logramos despertar. En este sueño (¿pesadilla?), por ejemplo, se busca encontrar cómo generar ‘sensaciones placenteras’ porque está la gente tan mal por los encierros, aislamientos, soledades, miedos, etc., que entonces lo que necesitan es, precisamente, poder tener sensaciones placenteras, aun a pesar de seguir con la causa de la soledad o del hastío o del sinsentido. Hombre…¿será que para algunos el planteamiento es algo por el estilo de ‘qué más da si estas son generadas de manera artificial y por algo virtual‘? En vez de ir a la raíz, y eliminar (y tratar los estragos que ocasionaron) las causantes de esa soledad, ahora la solución que nos quieren dar es algo a base de mentiras? Al fin y al cabo, la virtualidad no es la realidad, y la idea de la felicidad-en-caja parece algo sacado de la mente de Ronald McDonald o Walter Disney.

No me malinterpreten. Estoy segura que los investigadores que desarrollaron esa aplicación tienen una buena intención (como lo que dicen del mindfulness en la nota), y no dudo que la aplicación – mal llamada vacuna contra la soledad – tenga algún potencial positivo. El asunto es que refleja una forma de percibir la realidad y nuestra vida: pensemos en alguien obeso, con hipertensión, que se cansa al subir las escaleras, que tiene síndrome metabólico, que come grasas poli insaturadas y carbohidratos como si no hubiera mañana, que no hace ejercicio, etc. Lamentablemente, es muy probable que esa persona prefiera una pastilla (digamos, una vacuna contra la gordura) en vez de cambiar sus hábitos de vida. Eso nos han enseñado: una pastilla o inyección y ‘punto pelota’, a seguir con nuestros hábitos de vida aunque estos nos estén matando. ¡Gratificación instantánea y cero tolerancia a la frustración! Nada más que no hay gratificación real, porque no se aborda desde la raíz.

No existen esos remedios rápidos y vacunas-contra-todo. No hay “vacuna contra la falta de salud” (aunque no dudo ni un segundo que en algún momento nos lo intenten vender). No hay una “vacuna contra la soledad” ni hay remedio express – inyectado o en formato de lentes virtuales – para melancólicos (por cierto, si no han leído esa maravillosa antología de cuentos de Ray Bradbury, se los recomiendo). Lo que hay es la posibilidad de cambiar nuestros hábitos para estar más sanos, para mejorar nuestra resistencia y condición física, para tener mejor memoria y capacidad cognitiva, para tener menos soledad.

Han pasado ya más de tres años desde que comenzó esta puesta en escena llamada ‘pandemia de COVID-19’, y a la fecha prácticamente ninguna agencia sanitaria del mundo ha llevado a cabo una campaña de acciones que fomenten la salud. En vez de eso, han invertido miles de millones de dólares en comprar productos que no protegen, que no son necesarios y que dañan a una tasa sin precedentes. Pero es reflejo, de nuevo, de lo mismo: la idea de que lo que necesitamos son inyecciones con soluciones instantáneas en vez de abordar el problema de raíz.

Me pregunto qué dice de nuestra sociedad el que tengamos que recurrir a la idea de una ‘vacuna contra la soledad’. ¿Y si mejor, intentáramos ser más humanos, vernos a los ojos, sonreír, tocarnos las manos, abrazarnos? Y si dejamos a un lado la mentira – cada vez más sostenida con alfileres oxidados – de que si visitamos a nuestros seres queridos los podemos infectar? ¿Y si mejor combatimos la soledad con ternura y presencia, y la enfermedad con salud?

Les saludo, Karina AW

Publicación original:

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